Un dia común, con sol o
lluvia….no recuerdo….me levanté desconectada del mundo exterior, solo primaba
en mi interior una especie de campana (no me refiero a pensamientos o
sentimientos, si a vísceras, músculos, huesos, etc.) Ese día supe con absoluta
certeza que “un algo” en mi sobraba o faltaba.
Me senté a tomar el mate, pelé
las mandarinas….”¡…que ácidas!” y retomé el hilo del raconto interno que había
comenzado en el baño mientras cepillaba los dientes cuando, con un impulso casi
grosero, fui a mirar mi cara en el espejo del comedor. No encontré sorpresa
alguna, canas, arrugas, cansancio…sin embargo empecé a revisarme la piel del
cuerpo; aparte de estar bastante seca no encontré otros signos que los hartos
conocidos. “…entonces es de adentro…. Veamos que siento: mucho cansancio, tos,
me duele la columna. Que me molesta más: el cansancio…¿el cansancio de que?
Llegó…como si no lo supiera”. Decidida pedír un turno con mi médica de cabecera
a la que fui y con la que conversé y la que me medicó y tras dos semanas seguía
con la mente ocupada en la gran boludez o no del “que será”.
“No hay mejor voz que la de tu
cuerpo” decía mi abuelita y mi voz era una tos que no cedía. Así comencé a
espaciar el cigarrillo y cuando de dos paquetes fumaba unos doce sin que la tos
mermara y la pierna derecha se negaba a obedecerme del dolor llamé a mi hijo y
le dije: “…buscame un neumonólogo y un traumatólogo que sean buenos”. “No ibas
a…” “No importa dónde iba, necesito especialistas nuevos y arrancar de cero,
también le pedí turno a Pablo, tengo algo hijo pero no me quiere decir donde
está”
Resumen, no es “un algo” son
varios a saber: manchas en el pulmón derecho, las lumbares soldadas y sin espacio
para la médula, divertículos y hemorroides sin olvidar el sebo acumulado bajo
el pezón en la mama derecha. Demasiado….deberé ir uno a uno y el primero será
el pulmón y ahí te quiero ver Juana porque deberé dejar de fumar. Daniel, mi
neumonólogo lo pidió sin exigir, casi con dulzura…..el comprendió que no era
tarea fácil. Tuve mucho miedo en la punción, no miedo al dolor-soy de largo
aguante- miedo a saber. Dios sabe que hago falta de este lado y me dio una
oportunidad, tonto sería no aprovecharla, tonto sería ignorarla, sin embargo el
hombre es un ser tonto y yo no rompo la regla; debió pasar un tiempo hasta que
dije “…sos el último cigarrillo” y el último fue como el primero desesperado y
lento aunque los tiempos en nada se parecían.
El primer cigarrillo me lo dio un
interno del nosocomio (estuve internada por una depresión pos parto ya
cumplidos los 30 años) tal vez harto de escucharme llorar o decir “quiero irme
a mi casa…” el último fue por decisión propia y no por inteligente…vulgarmente
diciendo ¡por cagona! Pero también por mis hijos y no por ser una carga
consciente para nadie. A Daniel le extraña que lo extrañe en determinadas
horas…si soy honesta creo que lo voy a extrañar por mucho tiempo aunque no lo
lleve en mis labios ni enrede mis sentimientos entre sus ruedas de humo. No
puedo decir y no lo hago porque van a decirme demasiadas cositas que son
difíciles de rebatir, fue un buen amigo, un amigo silencioso, un amigo amoroso
y como todo amigo tuvo un rapto de locura y me hizo daño. “Estas perdonado y
vos perdoná mi abandono”. Hoy no estoy fumando y espero no hacerlo, mas, me
prometo no hacerlo pero no me molesta verlo descansar en una mano sin que su
aroma me ronde.
Hasta comenzar con el Champix me
impuse un sistema de horarios, caminata y agua, creí ahogarme de tanta agua y
nunca abandoné los buenos modales aunque mas bien tenía deseos de tirar a todos
y todo por el balcón de casa; hasta llegué a cuestionarme, sentada frente al
espejo, que yo tenía derecho de elegir la forma de morir. Los horarios me
alejaban de mi amigo…a veces hacía trampas, las caminatas sosegaban mis nervios
a flor de piel y el agua…bueno dicen que el agua siempre es buena. Hacía
alrededor de cinco años que llegué al tope de dos paquetes por día….nada es
casualidad, todo tiene su causa y cuando el bichito está en la sangre se
enseñorea. Aceptemos la verdad, hoy me estoy desintoxicando porque me di cuenta
que soy drogadicta y me cae mal la palabra. Estoy mal, enferma y quiero estar
bien. ¡Ufa, que fácil es escribirlo!
Intensifiqué mi droga después que
murió mamá, mi hija se fue a España y mi esposo tuvo una declinación importante
en su enfermedad y dejó de ser quien era para mi. No importa que aún tengamos
sentimientos profundos de amor, ninguno de los dos lo puede respaldar. Me costó
mucho superar esta verdad, aún me cuesta y la enfermedad de René está
directamente asociada con la drogadicción, él la ejerce y no es por el
cigarrillo. Su mundo fue y es una droguería a la que me amoldé sin saberlo. El
Champix trajo cierto alivio a la tensión nerviosa, a la que corresponde la
ansiedad de fumar, no a la otra, la otra es una enredadera a la que diariamente
podo para que no me asfixie. Como todo remedio tiene su lado bueno y su lado no
tan bueno¸ el no tan bueno son los sueños ahora menos seguidos y menos
abusivos. Los primeros fueron verdaderas pesadillas e invadieron mi privacidad
sin pedir permiso, así son los sueños, los sueños del Champix. Una vez soñé que
era una meseta árida y cuando mis hijos me pisaron me desgrané hasta extinguirme,
de algún lado vino un caballo y se los llevó pero Julián, mi nieto mayor, se
quedó buscando en el infinito….lo sentí tan solo. Hay un sueño que no recuerdo
pero me despertó y me senté a escribir y
SOÑAR
Espero que el sol duerma
Y la luna aparezca en el cielo;
Espero que la lluvia moje las
calles
Y pinte mis zapatos con barro;
Espero que el árbol domine
Su sueño de invierno;
Espero que la brisa
Acobarde la lluvia
Y despeine mis cabellos;
Espero que tu despiertes,
Me des un beso,
Que tus ojos brillen,
Que acaricies mis gestos,
Que despiertes
De tu incomprensible sueño,
Como siempre
Que visitas tu globo negro
En otro sentí que era una carcasa
y todo adentro mio estaba podrido pero igual me perseguían, quien? no lo se,
también me despertó angustiada y recurrí a la vieja leche tibia.
Creo que este camino de nuevas
sensaciones, olores y gustos no será fácil, nunca es fácil dejar algo atrás,
pero no es imposible. Me siento acompañada y apoyada, algo que me faltaba. También
para la otra ansiedad me hizo bien ir a Liliana, mi psiquiatra.
Está todo solucionado, tengo mi
respuesta? Veamos, se que la decisión de dejar el cigarrillo es firme; también
se que debo cuidar que no regrese igual que el bebedor o cualquier otra
adicción, nos curamos? no lo creo, si creo que aprendemos a vivir sin ello que
es otra cosa. El tema huesos está descartado, me falta la parte intestinal y no
la dejaré de lado.
Aprendí que soy necesaria, pero
no indispensable mal que le pese a los demás y me refiero exclusivamente a mi
familia.
Acepté que no puedo hacer nada
por mi marido, sino acompañarlo dentro de los límites de aceptarme como persona
individual y con ganas de vivir.
Comprendí que el amor es lo
primordial, pero no lo único
Tropecé con una gran piedra…..mi
logro fue no ser aplastada
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